sábado, 12 de septiembre de 2009

Hasta siempre, Manfredo

Aún me acuerdo del día en que viniste a la redacción de Diario de Navarra a arreglar el aire acondicionado. "Parece que te da miedo que esté aquí toquiteando esto", me dijiste bromeando, mirándome con una sonrisa. Estabas subido a una escalera inestable y había un agujero muy grande en el techo. No me inspiraba mucha confianza. Pero bueno, eras un gran profesional. Lo tenías bajo control.
Con Iñigo, tu hijo mayor, he compartido borracheras y juergas de esas que son inolvidables. También, de resaca, algún que otro desayuno. El de hoy no ha sido como aquellos. Se me ha quedado mal cuerpo. No porque tuviese el estómago lleno de alcohol, sino porque me ha temblado el pulso cuando he leído que una inoportuna descarga eléctrica te ha llevado al otro barrio. Marcos 'el envidador' lo decía hace unos días. Con 48 años, no creo que uno espere morirse. Ni con 29, 31, o 18. Pero cada día uno se da más cuenta de que esta película es así.
No te conocí en exceso, la verdad. Pero eras uno de esos padres carismáticos, siempre riendo y gastando bromas. Siempre que nos veíamos en fiestas de Tudela e Iñigo estaba ahí, le hacías algún guiño, alguna 'judiada'. Y nos reíamos mucho. Me da pena por él, por Cristina, Borja y Almudena, que se quedan un poco más solos. Me ha dado pena porque, sinceramente, nunca me esperaba que esto te pudiese pasar a ti.
Descansa en paz, Manfredo. Hasta siempre.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Revivals

Aún no he cambiado esta horrorosa cabecera folclóricofestiva que coloqué en un alarde de patriotismo local a mediados de julio. El problema es que sigo sin Internet ni Photoshop (con el viejo portátil del tío Edu) en el piso de Zizur.

Antes de arreglar este desaguisado mañana cuando me baje a las Tudelas, me es inevitable esconder el espírirtu revival que he sentido durante estos últimos días. Fue bonito volver a entrar por la puerta de fcom. Sin tarjeta, claro. Para darle un poquito más de emoción al asunto. "¡¡Si pareces nuevo!!", me dijo el bedel.

Nos dieron de comer gratis (almendras y poco más) el primer día de clase, en el que el caminante y yo fuimos a visitar a su hermano pequeño. Nos dio tiempo a pedirle trabajo de broma a Pacotto. Aunque, quién sabe si dentro de poco tendremos que hacerlo de verdad (el diseño se me da bien, Paco).

Cuando salimos por la puerta, los dos pensamos en lo a gusto que hubiésemos vuelto a entrar en clase. También me ha dado tiempo de volver a los campos de Tercera. En Oberena, habitante de Espórrigan, vi jugar a tu hermano. Qué bueno es. Marcará muchos goles este año. También volví a escuchar las conversaciones de los más viejos del estadio. Esta vez, sobre la Vuelta a España. "Luego quieren que la veamos, si empieza en Holanda. Menuda vuelta más nacional", decía uno. La verdad es que ser del Xacobeo Galicia o el Contentpolis-AMPO y ver cómo el público anima más a los del Rabobank debe resultar frustrante.

En el campo también estaban las chicas guapas de siempre. Sí, las novias de los futbolistas, que sufren como ninguna cuando a su chico le dan una patada más fuerte de lo debido. Eso sí, no tiene ni idea de cuál es el resultado. En fin.

También me ha dado tiempo a visitar a los maños. A casi todos, porque al esporriganiano le dio por irse a ver a unos tal Coldplay. Con Imanol, Ángela, María Rosa e Idoya, la otra viajera navarra, lo pasé en grande el sábado a la noche. Estuvimos en un cabaret ibérico... qué pasada.

A la autora potencial del que será un gran blog sólo me dio tiempo a verla media horilla. Vino a la cita estupendísima, con unos zapatos preciosos que le provocaron una rozadura fantástica, que hizo que tuviese que comprar tiritas fabulosas, además de imprimir las fotos que no le dieron hasta la tarde antes de irse a Ejea de los Caballeros. Con semejante agenda, sólo pudimos tomar un té y una Coca-cola light durante 23 minutos contados. Pero me alegré mucho de verte.

Estoy intentando preparar una gorda para mi cumpleaños (23 de septiembre), en la que estemos los jacintonianos y todos los que quieran apuntarse. Así que id reservando días de fiesta.

Por cierto, Andrea, aún te estoy esperando para comer...