Mi amigo Roberto ayer estaba afónico, muy afónico. Hablaba a duras penas y por eso fue precavido ante la noche de sábado de fiestas a la que nos teníamos que enfrentar. Cogió unos post it de su casa, un bolígrafo, y preparó una lista de frases indispensables para trasnochar sin sobresaltos. Le pedí que me los dejase fotografiar algún día de estos, aunque supongo que los habrá perdido por ahí. Haremos una recreación con Photoshop. Ahí van:
Para explicar la situación:
Para responder a la pregunta "¿Qué putada, no?":
Para tener un recurso bajo la manga en caso de duda:
Para repostar en la barra:
Para ligar:
Para excusarse si uno se pasa tres pueblos a la hora de ligar:
domingo, 26 de julio de 2009
sábado, 25 de julio de 2009
Gloria a ti, dulce Santa Ana
El olor de las costillas llega desde el jardín de al lado, donde estarán preparando el bendito almuerzo del día de Santiago. Acabo de aparcar el Clio-Racer a tres minutos de casa, aunque van a ser 180 segundos de intenso reencuentro. Con los matrimonios que suben la cuesta que yo bajo. Ellos, pañuelo en mano por el sudor, vuelven a casa después de ver cómo homenajean al Tudelano Popular de 2009. Yo camino con mi mochila hacia el cuarto derecha del portal 1 de la calle Trinquete.
Vivo al lado del hotel AC, donde durante estos seis días pernoctarán si no les da por trasnochar franceses, alemanes e incluso gallegos. Con estos, aunque no tenga el gusto de conocerles personalmente, también me reencuentro, el mismo día que Lance Armstrong se ha reencontrado con el Mont Ventoux.
El pipero de los críos 'cansolaris' también pega con mi casa. Llego a la puerta y todavía no hay nadie con su sofá en medio de la acera. Que les sea leve la resaca post chupinazo. Mi madre y José Luis me esperan para comer. Ensalada de verano y pechugas empanadas, con arroz con leche casero de postre.
Hace una hora más o menos habrá empezado la última novena a Santa Ana, aquella a la que mi abuela no solía faltar hasta que el abuelo -bisabuelo para mí- nos dejó en 1999. Pepe, querido Pepe le cantaban al bajar la cuesta de la Torre Monreal camino de la catedral, tocó el violín en la novena durante media vida. "Gloria a ti, dulce Santa Ana, que atesoras tal valor," reza la letra de la pieza de Celestino Vila. Seguro que allí donde esté, Pepe sigue dedicándole unas notas a la santa de todos los tudelanos.
El violín del abuelo Pepe es una de las imágenes que me viene a la mente cada vez que piso el asfalto tudelano entre el 24 y el 30 de julio. Las fiestas empezaron ayer. Para mí empiezan dentro de media hora, con la cena de cuadrilla en la Beterri Taldea. Mañana, espero contaros la resaca. Si soy capaz de hacerlo, no habré traspasado mis límites estomacales.
Tudelanos, tudelanas... el resto ya os lo sabéis.
Vivo al lado del hotel AC, donde durante estos seis días pernoctarán si no les da por trasnochar franceses, alemanes e incluso gallegos. Con estos, aunque no tenga el gusto de conocerles personalmente, también me reencuentro, el mismo día que Lance Armstrong se ha reencontrado con el Mont Ventoux.
El pipero de los críos 'cansolaris' también pega con mi casa. Llego a la puerta y todavía no hay nadie con su sofá en medio de la acera. Que les sea leve la resaca post chupinazo. Mi madre y José Luis me esperan para comer. Ensalada de verano y pechugas empanadas, con arroz con leche casero de postre.
Hace una hora más o menos habrá empezado la última novena a Santa Ana, aquella a la que mi abuela no solía faltar hasta que el abuelo -bisabuelo para mí- nos dejó en 1999. Pepe, querido Pepe le cantaban al bajar la cuesta de la Torre Monreal camino de la catedral, tocó el violín en la novena durante media vida. "Gloria a ti, dulce Santa Ana, que atesoras tal valor," reza la letra de la pieza de Celestino Vila. Seguro que allí donde esté, Pepe sigue dedicándole unas notas a la santa de todos los tudelanos.
El violín del abuelo Pepe es una de las imágenes que me viene a la mente cada vez que piso el asfalto tudelano entre el 24 y el 30 de julio. Las fiestas empezaron ayer. Para mí empiezan dentro de media hora, con la cena de cuadrilla en la Beterri Taldea. Mañana, espero contaros la resaca. Si soy capaz de hacerlo, no habré traspasado mis límites estomacales.
Tudelanos, tudelanas... el resto ya os lo sabéis.
martes, 14 de julio de 2009
Quiero teletransportarme
El vecino P.J.C.B., natural de Zaragoza y de 22 años, despertó en la estación de tren de Atocha (eso creo) cerca de las 12 del mediodía del pasado lunes 13 de julio. Lo hizo después de alrededor de cinco horas de viaje en un Regional Express (espero por el bien de su cartera), en las que durmió plácidamente.
El ciudadano maño, que actualmente trabaja como becario de prácticas en un periódico económico cuyo cierre no pasa de las 21.00 horas, había pasado el fin de semana en Pamplona, donde disfrutó (qué bien lo pasamos, ¿eh?) de los Sanfermines junto con algunos amigos de la Universidad. Sin embargo, P.J.C.B. no es consciente de haber comprado ningún billete de tren a Madrid ni de haber estado esperando al ferrocarril en la estación ferroviaria de Pamplona, situada en el barrio de San Jorge.
De hecho, lo último que recuerda el susodicho es haberse sentado en un banco de la estación de autobuses de la capital navarra, situada en la calle Yanguas y Miranda. Asegura que allí esperó la llegada del autocar que, previa compra del billete en las taquillas de la estación, le llevaría de vuelta a Madrid a las seis de la madrugada del lunes 13 de julio.
En vista de los hechos, P.J.C.B. aseguró a este blog que a partir de ahora, intentará controlar sus ataques de sueño y plantearse su futuro como protagonista de películas de Ciencia-Ficción en Estados Unidos. Suerte, estimado P.J.C.B.
P.D.: El afectado tiene primer nombre de apóstol, segundo nombre de mesías y primer apellido de superficie donde hay muchos cerezos. El segundo apellido vendría a ser algo así como la palabra 'borado' pronunciada en lenguaje de la Ribera. No doy más pistas.
viernes, 10 de julio de 2009
Muerto
Diario de Noticias publicó una de las portadas más famosas de la historia de la prensa navarra. El titular, implacable. Muerto. En el encierro. En San Fermín.
Matthew Peter Tassio, de 22 años y natural de Ilinois, falleció 49 minutos después de ser corneado por un Torrestrella el 13 de julio de 1995. Se reincorporó tras tropezar con otro mozo, sin percatarse de que la manada venía detrás, y el asta le entró de lleno en el abdomen. Tassio dijo sus últimas palabras a la voluntaria de Cruz Roja Jasone García. "¿Qué me ha ocurrido? Ayúdame". Después se desvaneció.
Hoy, 14 años después -sin contar la muerte por golpe en la cabeza de un corredor mítico como el pamplonés Fermín Etxeberria Irañeta- , la palabra muerto ha aterrizado de nuevo en la fiesta. Daniel Jimeno, de 27 años, natural de Alcalá de Henares, pasará a la historia por ser el corredor número 16 que fallece en un encierro de los sanfermines.
Hoy, televisiones y ediciones digitales de periódicos se han encargado de meterme en la mollera hasta la saciedad la imagen del pitón entrando por la clavícula del joven madrileño. Son cerca de las ocho de la tarde. Las imágenes aún perduran. Y es posible que sigan durante bastantes más horas. Tendré que dejar de ver la tele y navegar por internet...
Hoy, al entrar en la redacción, Félix tenía la mítica portada sobre su mesa y miraba a la pantalla del ordenador con gesto contrariado. Ahí estaba. Muerto. Como Daniel. Daniel no pudo ni siquiera decir nada antes de morir, pero al menos supo cómo murió. Porque sabía lo que hacía, que se la jugaba. Era un corredor experto y consciente de que participar en el encierro entraña los riesgos que todos conocemos.
Es un día triste. Se respira en la redacción y también en la calle, aunque la fiesta continúe. Descansa en paz, Daniel.
martes, 7 de julio de 2009
Riau riau
A las cuatro el seis de julio, al menos en 2009, ni siquiera se había llenado la plaza del Ayuntamiento de Pamplona, aunque la letra del Vals de Astráin rece todo lo contrario. Sin embargo, el Riau riau, una tradición a caballo entre la recuperación y la desaparición, pareció resucitar ayer como en los tiempos de antaño, con un ambiente espléndido y el coso consistorial a reventar instantes antes de que La Pamplonesa tocase las primeras notas de la pieza del maestro Astráin.
Como en ediciones anteriores, la hora de comienzo se retrasó hasta las seis, pese a que fueron muchos los que creyeron que el desfile empezaría antes. Eran mayoría los curiosos que se acercaban hasta la puerta del Ayuntamiento, donde se encontraba Jesús María Gavari. Este pamplonés de 55 años lleva desde hace veinticuatro regalando pegatinas y cuartillas donde se puede leer la letra del vals. A punto de cumplir las bodas de bronce como conservador altruista del Riau riau, Gavari sigue con la misma ilusión del primer día. "Esto me quita tiempo, me cuesta dinero, pero llevo el Riau riau en el corazón e intento que la gente se una, cante la canción y se recupere en cierta medida la tradición", afirmó el pamplonés.
En la recuperación del Riau riau también tienen mucho que ver varias asociaciones de jubilados de Pamplona, que se encargan de organizar el acto desde hace cinco años. Y, si hay que hacer una valoración de la afluencia de público, la de esta edición no puede ser mala, pese a que volvió a faltar la corporación. Incluso a Jesús Mari Gavari se le acabaron las pegatinas y las cuartillas antes de las seis. "No me había pasado esto en los veinticuatro años que llevo repartiendo", aseguró asombrado.
Una anécdota que pone de manifiesto que el Riau riau no está para nada en declive. De hecho, la presencia de jóvenes en la plaza consistorial fue la nota destacada. Junto a ellos, se formó una masa de gente de lo más variopinta, ya que por los adoquines del Casco Viejo desfilaron juntos tanto los pamploneses de pro como los guiris más empeñados en integrarse en la fiesta.
Todos recibieron con aplausos la llegada de La Pamplonesa a la plaza, al grito de "Esa, esa, esa. Esa Pamplonesa". El silencio precedió a las primeras notas del Vals de Astráin y los obligados riau riaus entre estrofa y estrofa. Y de ahí la marabunta partió en comitiva hasta la iglesia de San Lorenzo al ritmo que marcan los cánones. Sin velocidad excesiva, a paso lento y pausado. Como se hace en las fiestas de esta gloriosa ciudad.
(Crónica publicada en Diario de Noticias. 7-7-2009)
viernes, 3 de julio de 2009
Iruña prefiestera
Ya no se va tranquilo por las aceras del casco viejo. Ahora tus codos rozan con los de mucha gente. Ya no hay 'perdonavidas' que te miran con cara de tipos duros cuando paras en un paso de cebra y les dejas cruzar. Ahora hay 'guiris' con pantalón ultracorto y mapas de Pamplona que van de cincuenta en cincuenta y te dan las gracias airadamente por permitirles cumplir su preferencia.
Tampoco es lo mismo conducir por Baja Navarra. Ahora es imposible sortear las rotondas con éxito porque todos quieren girar a la izquierda cuando tú quieres ir hacia Mendillorri. Ahora te caen espejos retrovisores a un metro escaso de tus narices cuando un camión del quince se lo revienta a una villavesa que circulaba a tu lado. Ahora hay nervios, muchos nervios.
Ya no hay ancianos paseando por la Vuelta del Castillo o la Taconera. Los céspedes los han tomado literalmente alemanes, autralianos, ingleses, tracios, batracios y vikingos sin camiseta, con pelos de lobo en los sobacos y con muchos litros de cerveza en su mochila. Además dicen que quieren correr el encierro.
Ahora es curioso pasar por Serafín Olave y ver el cartel que anuncia que, desde el 6 hasta el 14 de julio (inclusive), en esa vía habrá aparcamientos en línea. En las marquesinas de las villavesas destacan los carteles de horarios especiales por encima de la tabla temporal cotidiana. En Sarasate hay más furgonetas de carga y descarga que palomas. La cuenta atrás comenzó hace unos días, pero esto está que arde. E impresiona.
Ya queda menos para San Fermín. No queda nada de nada. Ya empieza a oler a vino. Iruña es una ciudad prefiestera con todas las de la ley. Estáis invitados.
Tampoco es lo mismo conducir por Baja Navarra. Ahora es imposible sortear las rotondas con éxito porque todos quieren girar a la izquierda cuando tú quieres ir hacia Mendillorri. Ahora te caen espejos retrovisores a un metro escaso de tus narices cuando un camión del quince se lo revienta a una villavesa que circulaba a tu lado. Ahora hay nervios, muchos nervios.
Ya no hay ancianos paseando por la Vuelta del Castillo o la Taconera. Los céspedes los han tomado literalmente alemanes, autralianos, ingleses, tracios, batracios y vikingos sin camiseta, con pelos de lobo en los sobacos y con muchos litros de cerveza en su mochila. Además dicen que quieren correr el encierro.
Ahora es curioso pasar por Serafín Olave y ver el cartel que anuncia que, desde el 6 hasta el 14 de julio (inclusive), en esa vía habrá aparcamientos en línea. En las marquesinas de las villavesas destacan los carteles de horarios especiales por encima de la tabla temporal cotidiana. En Sarasate hay más furgonetas de carga y descarga que palomas. La cuenta atrás comenzó hace unos días, pero esto está que arde. E impresiona.
Ya queda menos para San Fermín. No queda nada de nada. Ya empieza a oler a vino. Iruña es una ciudad prefiestera con todas las de la ley. Estáis invitados.
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