Es la leche, es el mar, la mar. Ahora también es el mar, el océano, el que sufre las consecuencias de eso de eso de lo que aún muchos se 'escojonan' con jocosidad, el cambio climático. Qué gracioso. Resulta que los científicos estudiosos del tema han detectado un problema colateral a la recepción de CO2 que emana de nuestra inteligente especie. Tanto dióxido de carbono genera acidez en los océanos.
Imaginen que viven en el mar. Entre sal, sardinas del cantábrico, tiburones y algas. Ustedes son corales, a los que les hace falta un determinado nivel de ph en el agua para desarrollar una vida de manera normal. Ese salario depende en gran medida del capital de CO2 del planeta tierra y sus habitantes. Su sueldo de ph es de 8,2 puntos al mes, una cantidad suficiente para llevar a sus hijos corales al colegio, pagar la hipoteca de su arrecife y comprarse un reproductor de rutas migratorias marinas con 'dolby surround acuífero' y alta definición. Todo va sobre ruedas, pero un día, de repente, la cosa cambia drásticamente.
Ese día, los encargados de mantener el ecosistema oceánico se relajan un poquito en us previsiones, se confían. Multiplican sus emisiones crediticias de CO2 debido a las expectativas de crecimiento inmobiliario de los arrecifes y se lía la del mesías. Estalla la burbuja estuaria. Los que pueden (peces, plancton y depredadores marinos) se mudan a otros mercados menos arriesgados, pero ustedes, que son al mar, la mar, lo que las plantas son a la tierra, no se pueden mover.
Tienen ustedes mucho, mucho CO2, pero no les sirve de nada. El 'stock' de dióxido de carbono es una putada, entre otras cosas porque no tienen ustedes a quién venderlo y no les hace ningún bien. Ustedes dependen de la alcalinidad del agua, de los 8,2 puntos de ph de salario mensual para sobrevivir. Aquí los excedentes no son nada buenos, al contrario que en la superficie terrestre. A más CO2, menos ph. A menos ph, menos alcalinidad, a menos alcalinidad, alarma. Crisis oceánica. Enfermedades. Blanqueamiento de los arrecifes. Defunción prematura.
Los funerales no serán en Kioto, porque allí sus amigos del mar, la mar, no tienen agua salada para rezar por ustedes. ¡Ah! El mar, la mar. Es la leche, ¿verdad?
Imaginen que viven en el mar. Entre sal, sardinas del cantábrico, tiburones y algas. Ustedes son corales, a los que les hace falta un determinado nivel de ph en el agua para desarrollar una vida de manera normal. Ese salario depende en gran medida del capital de CO2 del planeta tierra y sus habitantes. Su sueldo de ph es de 8,2 puntos al mes, una cantidad suficiente para llevar a sus hijos corales al colegio, pagar la hipoteca de su arrecife y comprarse un reproductor de rutas migratorias marinas con 'dolby surround acuífero' y alta definición. Todo va sobre ruedas, pero un día, de repente, la cosa cambia drásticamente.
Ese día, los encargados de mantener el ecosistema oceánico se relajan un poquito en us previsiones, se confían. Multiplican sus emisiones crediticias de CO2 debido a las expectativas de crecimiento inmobiliario de los arrecifes y se lía la del mesías. Estalla la burbuja estuaria. Los que pueden (peces, plancton y depredadores marinos) se mudan a otros mercados menos arriesgados, pero ustedes, que son al mar, la mar, lo que las plantas son a la tierra, no se pueden mover.
Tienen ustedes mucho, mucho CO2, pero no les sirve de nada. El 'stock' de dióxido de carbono es una putada, entre otras cosas porque no tienen ustedes a quién venderlo y no les hace ningún bien. Ustedes dependen de la alcalinidad del agua, de los 8,2 puntos de ph de salario mensual para sobrevivir. Aquí los excedentes no son nada buenos, al contrario que en la superficie terrestre. A más CO2, menos ph. A menos ph, menos alcalinidad, a menos alcalinidad, alarma. Crisis oceánica. Enfermedades. Blanqueamiento de los arrecifes. Defunción prematura.
Los funerales no serán en Kioto, porque allí sus amigos del mar, la mar, no tienen agua salada para rezar por ustedes. ¡Ah! El mar, la mar. Es la leche, ¿verdad?
1 comentario:
Gigante y hermoso. Que forma más sencilla y diáfana de hablar de los dos problemas que acucian al mundo. Un 100/10.
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