martes, 10 de febrero de 2009

Los cinco minutos de rigor

Esas fotocopias urgentes, esa rica sal que se te ha olvidado por completo, y que habrás de comprar si no quieres que la parienta te golpee con el mazo (algo típico por estos lares). Sea lo que sea, nunca falla.

Tampoco falla cuando el reloj marca las tres menos cinco de la tarde, y levantas el polvo del suelo de la facultad al correr como alma que lleva el diablo. Hay que imprimir la práctica para entregársela al señor anfibio y es un objetivo alcanzable sólo a velocidades estratosféricas. Pero, ¡qué pena!, vuelve en cinco minutos.

El tiempo es oro, para algunos plata y, para otros, pura mercancía. Por eso los mercaderes temporales lo venden de cinco en cinco minutos en el momento menos oportuno para una persona cuyo destino es cruzarse con el prototípico empresario de la escuela de Cronos.

Hay gente a la que no le gustan los mercaderes temporales, por una sencilla razón. No son transparentes en su actividad comercial. Venden los minutos, cinco, normalmente, por el doble o incluso el triple de su valor real. Menuda estafa, macho. Total, ¿para qué? Está claro que no usan sus beneficios temporales en acciones benéficas, ni siquiera en inversiones de carácter privado y fisiológico.
Es tradicional que los utilicen para los vicios. El cigarrito, el cafelito, la charlita con la amiga... Mal, señores comerciantes. Mal hecho. Algunos ya van aprendiendo y se están lanzando a invertir sus cinco minutos de rigor en nuevas tecnologías, pese a que el valor real de los minutos se ve muy sobrepasado en estos casos de operaciones financieras tan arriesgadas.
Facebook, Tuenti, Twitter y demás otorgan muchos beneficios a corto plazo, pero enganchan. Y, cuando los mercaderes vuelven a su puesto, el cabreo de los afectados ha aumentado exponencialmente. Sea como fuere, mi mayor duda en este asunto es otra.
Por eso quiero preguntar al FMT (Fondo Monetario Temporal).
¿Cuándo ejercerán los mercaderes temporales una competencia leal y cesarán sus aumentos desmesurados del valor real de los minutos? En cristiano, ¿cuándo coj... pondréis en el cartelito que volveréis en media hora, en lugar de poner que serán cinco minutos?

3 comentarios:

Luisgui dijo...

Quizá vendrían bien en esta circunstancia esos personajes que salen en el libro Momo, los hombres grises, cuya obsesión era hacerse con el tiempo de los demás para sobrevivir. Grises con sus cigarrillos grises y su ceniza gris....

Que grisientos

El antihéroe dijo...

No tentaría a la suerte Ariglia... Igual ponen ese tan famoso de "vuelva usted mañana"...

Anónimo dijo...

Yo, como parte afectada directamente del asunto, diré que en realidad a veces son 15 minutos y a veces no llegan a 10. Pero es que parece que tal y como está el patio ¡hay que cerrar hasta para ir al baño! De todos modos, yo procuro nunca hacerlo cuando hay gente de prácticas.