Carguen. Apunten. ¡Fuego! La guerra está terminando, tras meses eternos de duro combate. La mecánica es la de siempre. Psicología y más psicología. Al principio fueron los papelitos de 'aquí no se puede aparcar'. Más tarde, las broncas de los simpatiquísimos empleados de seguridad. Ante la sobresaliente repulsa a sus ataques de los indefensos estudiantes, llegaron las acciones drásticas.
Los pivotes invadieron la zona de paso peatonal que nadie utiliza para bajar a la facultad. Unos pivotes muy resistentes, capaces de mandar al cirujano plástico a los morros del automóvil más imponente del campus. Primeros problemas, primeras bajas motrices. Psicológicamente, aún estábamos vivos...
El recurso de aparcar con dos ruedas en las aceritas no tardó en tener su contraataque euleninano. Más papelitos e incluso amenazas. Quince días de sanción sin párking, por lo menos. Hoy, al vislumbrar la entrada al aparcamiento desde lejos, he contemplado el resultado de la última ofensiva de los poderosos. Pivotes. Más pivotes. Esta vez en la acera lateral de la salida del recinto, donde caben por lo menos dos coches.
Era el sitio comodín, la reserva ante demasiados puestos ocupados en una Universidad a la que le sobra el dinero para hacer pivotes y plantarlos en medio de la brea e incluso de la baldosa. Estamos perdidos. ¿Debemos rendirnos? No. Yo aparcaría en la hierba, a ver si tienen huevos de poner pivotes como si fueran bonsáis.
Maldita guerra pivotística...
Los pivotes invadieron la zona de paso peatonal que nadie utiliza para bajar a la facultad. Unos pivotes muy resistentes, capaces de mandar al cirujano plástico a los morros del automóvil más imponente del campus. Primeros problemas, primeras bajas motrices. Psicológicamente, aún estábamos vivos...
El recurso de aparcar con dos ruedas en las aceritas no tardó en tener su contraataque euleninano. Más papelitos e incluso amenazas. Quince días de sanción sin párking, por lo menos. Hoy, al vislumbrar la entrada al aparcamiento desde lejos, he contemplado el resultado de la última ofensiva de los poderosos. Pivotes. Más pivotes. Esta vez en la acera lateral de la salida del recinto, donde caben por lo menos dos coches.
Era el sitio comodín, la reserva ante demasiados puestos ocupados en una Universidad a la que le sobra el dinero para hacer pivotes y plantarlos en medio de la brea e incluso de la baldosa. Estamos perdidos. ¿Debemos rendirnos? No. Yo aparcaría en la hierba, a ver si tienen huevos de poner pivotes como si fueran bonsáis.
Maldita guerra pivotística...
1 comentario:
Bueno, dentro de poco cuando la entrada con tarjeta establezca que está lleno, no se abrirá la barrerita. Como en bibliotecas. Sera un jaque mate.
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