viernes, 23 de enero de 2009

La tranquilidad


Mirad unos segundos esta fotografía con atención antes de leer.

Aquella noche supe que estar tranquilo era el mayor tesoro al que un hombre cuerdo puede aspirar. Un bien de privilegiados, la tranquilidad. En ese instante, con la visión algo distorsionda debido al dichoso ron, me encontraba de todas las formas y colores posibles menos tranquilo.

A la mañana siguiente, volví al lugar del crimen, a esa pared rosada que se encuentra escasos cincuenta metros del pisito de Iruña. Miré con cautela, como queriendo esconderme de alguien que aguarda a que doble la esquina para asestare un machetazo.

La incertidumbre corrió por los carriles de mi cerebro y me dio otro golpe desmesurado. La escena se repitió de nuevo, como en la noche anterior, pese a que ya veía bien. Desde ese momento intento descifrar cada noche el significado de la palabra tranquilidad. En realidad, intento eso y también desechar la idea de que soy el único ser humano que concibe la tranquilidad como algo positivo.

Para los de Nannypark, la guardería que está al lado de casa, la de esa pared rosada llena de dibujos, la tranquilidad es diferente. Es totalmente antagónica a la tranquilidad que yo concibo y, gráficamente, se ejemplifica con la fotografía de la parte superior.

¿Estarían tranquilos los padres que llevan a su hijo a una guardería en la que sacar un ojo a otro con un pequeño cubo azul es lícito? Yo, desde luego, no. No obstante, me he quedado con la duda, y he pasado a casa de los vecinos para preguntarlo a la madre de la familia. Me ha dicho que para Reyes al niño le regalaron un casco integral. Ya estoy más tranquilo.

1 comentario:

El antihéroe dijo...

Lo de ese sitio es algo que muchos nos preguntamos desde hace tiempo. Y eso que antiguamente tenía pintadas una ikurriña y la bandera francesa, y las cambiaron por la europea y alguna más. También sale Stewart Griffin, un niño ejemplar. En vez de personajes disney... Yo lo cerraba a la de ya.