sábado, 18 de abril de 2009

Hasta siempre, comandante

El Che. ¿Qué sería de la humanidad, de la historia del siglo XX, de todos nosotros, sin el Che? Aunque a más de uno le pese, no sería lo mismo, aunque tampoco soy capaz de explicar qué supondría exactamente la falta de su legado.

En Cuba adoran al Che. Está en todas partes. Igual que en el resto del mundo, diréis. Sí, pero en Cuba está aún más presente. Ser respira Che Guevara en cada esquina, en cada muro de los callejones más recónditos se vislumbra una pintura que le representa. Sus camisetas se venden por docenas todos los días en mercadillos y puestos 'duty free' de los aeropuertos.

Su casa se puede visitar, previo pago de diez pesos convertibles. Dicen que no merece la pena hacerlo, por el dinero, que en la isla se esfuma muy fácilmente, y porque tampoco hay gran cosa que ver. Probablemente como a él le hubiese gustado.

Para unos asesino y terrorista, para otros, misionero social, héroe revolucionario, buscador del bien del pueblo. Sea como fuere, el Che es un Jesucristo viviente de nuestra era. No le gustaba el lujo ni vivía por el dinero, ni era afín de los burdeles como sí lo fueron otros compañeros de la Revolución cubana.

Ni siquiera era patriota, aunque nos lo hayan querido vender así. Él era el militar menos patriota de todos. Por eso se fue a Bolivia, a México, al Congo. Como un mesías. Quizá por eso le adoran. Porque fue un mesías moderno, el siguiente mesías después de Cristo. Además de morir como un hombre, murió ejecutado, como muere un mesías, un mártir.

En el hotel de Varadero sonaba a todas horas esta versión del tema Hasta siempre, compuesto por Carlos Puebla en 1965. Una muestra del amor de los cubanos por Ernesto, Teté para su familia y amigos. Hasta siempre, comandante.

1 comentario:

El antihéroe dijo...

Has cogido la versión eroticoculebrontelevisiva. Te recomiendo la de Boikot. Aunque esta tiene más tintes melancólicos y añorantes...