De vez en cuando uno echa la vista atrás y encuentra pequeños recuerdos que pensaba ya olvidados, pero que nunca habían dejado la mente para ir a parar al infinito. Creía haber olvidado las tardes de fútbol en el San Roque de Murchante, allá por la temporada 97-98, cuando aprendía a jugarme los cuartos con los delanteros alevines de la liga navarra.
Por aquel entonces, Julio Orta, un mítico que se retiró el pasado año de los terrenos de juego, me enseñaba a ser defensa central, pero sobre todo, a disfrutar con el deporte. Después de dejarlo todavía tuve tiempo de bajar a ver al Murchante de los mayores algún domingo.
El San Roque se llenaba de gente. Vimos derrotas escandalosas y tuvimos la suerte de vivir el penúltimo ascenso a Tercera, con invasión de campo incluida. El club estuvo a punto de desaparecer, pero se consolidó años más tarde en Tercera, llegando a aspirar a los 'playoffs' de ascenso en alguna ocasión.
Ahora no corren buenos tiempos para los azules, que pelean cada fin de semana por evitar bajar a Regional Preferente. De los que jugábamos entonces no hay nadie en el primer equipo. En cambio están Iván, Catoira, Imanol, Michel. Distintas edades pero historias similares. Gente que jugaba en el Tudelano y equipos 'de los buenos' cuando lo hacíamos nosotros en el Murchante, pero que un día decidieron volver al equipo de su pueblo.
Tanto 'Yo no bajo' osasunista me ha hecho trasladar la necesidad de la salvación al equipo de mi pueblo, donde aprendí a ser central y persona. Les toca a ellos sacar a flote el asunto. A esos que volvieron un día a casa, a Iván, Catoira y compañía, les toca coger las riendas del equipo y dejarlo por muchos años en Tercera, donde, por afición e historia, merece estar el Murchante.
Llegó vuestra hora, chavales. Nosotros tampoco bajamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario