Foto: Miguel Flaño, uno de los héroes de La Patroclea pamplonesa. La foto es de Buxens y Cordovilla.
Cuentan los versos de 'La Ilíada' que Patroclo hizo de Aquiles cuando el Pelida permanecía desmotivado en su tienda, sin ánimo de salir para combatir a los troyanos, enfadado con su jefe Agamenón. Patroclo, un as en el manejo de los caballos pero con menos virtudes en el arte de empuñar la espada, fue capaz de diezmar él solo a parte de la formación enemiga. La Patroclea, el canto XVI de la obra de Homero, narraba con detalle los instantes en los que Patroclo enmendar la baja de Aquiles.
Osasuna a veces es 'patrocloide'. Atesora más garra que excelencia, más pelea que estilo. Es valiente, testarudo y luchador, como el guerrero de los Aqueos. El problema es que hay dioses hasta en el fútbol, y además son dioses de los de verdad. Determinantes, capaces de arreglar una batalla casi perdida. Como en la mitología griega.
A Patroclo lo mataron entre Euforbo, Héctor y el dios Apolo, aliado con Troya. Una muerte cruel y llena de dureza. Ayer, el Barcelona, en su versión de ejército troyano herido en su orgullo, se coló en La Patrocela del Sadar, para cambiar las tornas de la historia, como ocurriera en el mito.
Eto´o y Xavi se convirtieron en Héctor y Euforbo. Sus goles, estacazos de hielo directos a la sangre caliente que fluía por las gradas del viejo Sadar. Lo de Messi es aparte, porque, al igual que Apolo, juega con ventaja. Es un dios. Como en La Ilíada, la intervención divina resultó povidencial para dar muerte a los rojos, a los osados emuladores de Patroclo.
Troya acabó perdiendo la guerra. El Barça, no tiene mucha pinta. Pero al menos los culés han tenido su Patroclea particular en un camino que tiene demasiadas rosas. Ánimo rojos.
Cuentan los versos de 'La Ilíada' que Patroclo hizo de Aquiles cuando el Pelida permanecía desmotivado en su tienda, sin ánimo de salir para combatir a los troyanos, enfadado con su jefe Agamenón. Patroclo, un as en el manejo de los caballos pero con menos virtudes en el arte de empuñar la espada, fue capaz de diezmar él solo a parte de la formación enemiga. La Patroclea, el canto XVI de la obra de Homero, narraba con detalle los instantes en los que Patroclo enmendar la baja de Aquiles.
Osasuna a veces es 'patrocloide'. Atesora más garra que excelencia, más pelea que estilo. Es valiente, testarudo y luchador, como el guerrero de los Aqueos. El problema es que hay dioses hasta en el fútbol, y además son dioses de los de verdad. Determinantes, capaces de arreglar una batalla casi perdida. Como en la mitología griega.
A Patroclo lo mataron entre Euforbo, Héctor y el dios Apolo, aliado con Troya. Una muerte cruel y llena de dureza. Ayer, el Barcelona, en su versión de ejército troyano herido en su orgullo, se coló en La Patrocela del Sadar, para cambiar las tornas de la historia, como ocurriera en el mito.
Eto´o y Xavi se convirtieron en Héctor y Euforbo. Sus goles, estacazos de hielo directos a la sangre caliente que fluía por las gradas del viejo Sadar. Lo de Messi es aparte, porque, al igual que Apolo, juega con ventaja. Es un dios. Como en La Ilíada, la intervención divina resultó povidencial para dar muerte a los rojos, a los osados emuladores de Patroclo.
Troya acabó perdiendo la guerra. El Barça, no tiene mucha pinta. Pero al menos los culés han tenido su Patroclea particular en un camino que tiene demasiadas rosas. Ánimo rojos.
1 comentario:
Siempre nos quedará el Idoya y su mítico Eneko Viana, qué bueno es.
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