jueves, 20 de noviembre de 2008

Ignorantes



A veces pienso que en el mundo hay muchos ignorantes. En otras ocasiones, me doy cuenta de que esta creencia tiene un fundamento casi matemático en la realidad.

Los generales de la época de Franco eran unos h... de p..., pese a quien pese, irrite a quien irrite. Y la verdad es que es hiriente que nos tengamos que tragar setenta años después los cartelitos con sus nombres enmarcados. Ellos, garantes de la paz, el respeto y el diálogo.

Unos valores que difunden igual de mal los terroristas, llámense FARC, Esukadi Ta no se qué, o los Libertadores de Villarriba de Topelejo de Soto.

Estos "héroes" también tienen el privilegio de salir en las guías telefónicas de Euskadi y Navarra y de dar nombre a las calles donde viven niños, ancianos, padres, madres, abuelos, abuelas, adultos y, en general, gente civilizada.

Me repatea vivir en la calle Virgen de mis Manos, porque a mí las vírgenes y sus cuentos de hadas me la traen floja. Pero como me pasé quince años en el número once la susodicha vía de Murchante, pues cojo y me como la virgen con patatas fritas y salsa de tomate de la Mejana.

Por desgracia, también tenemos que tragarnos, aunque con salsa de vergüenza, las calles de franquistas y etarras. Pero eso no es excusa para practicar a gritos la ignorancia. Tan asesinos son los unos como los otros, y si no, que venga Aslakssen y lo vea.

Y tan ignorante es el que justifica las calles de los antiguos como el que denuncia las de los modernos, pero es indiferente a las de los del NODO. Esos que se ven en blanco y negro y no en alta definición, que llevan chaqueta militar y no pasamontañas, y que son historia pasada en lugar de presente.

Las calles, avenidas, plazas, o los paseos no se merecen ni a los unos ni a los otros.

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