miércoles, 19 de noviembre de 2008

Una clase de Opinión Pública

Mientras la voz profunda de E.L. penetra hasta las entrañas de nuestras orejas, Richard Patterson aparece en mis sueños de opinión pública. Se acerca, vestido con un traje azul marino, camisa blanca impoluta y una corbata de rallas negras y amarillas, como las que lucen los futbolistas del Aluvión de Cascante en su camiseta.

Me comenta que hace días que no aparece en las clases de Don E.L., que ya tiene ganas de darse un garbeo por el aula 5 de la facultad. El maestro Patterson añora sus apariciones volatilizado en palabras entre los muros grises de la clase. Ahora sólo hablamos de Gallup y Toqueville.

De repente, Don Richard se sobresalta. ¡¡¡Rrrring rrring!!! Suena un móvil. Es el de E.L. "Estoy muy ocupado, te llamo en media hora", dice. Cuelga a la velocidad de la luz, sin saber ni siquiera quién le llamaba. "Antes ese era yo", se lamenta Richard. A continuación decide zamparse un bocadillo de Valium para olvidar sus penas.

Llaman a la puerta. ¡¡¡Toc, toc!!! Don P.L.B. entra sonriéndonos, abraza a E.L., y se dispone a hablar. Pero antes de que nos cuente cómo Rommel cruzó el Pacífico (hizo eso, ¿no?), un Nokia Tune de los de toda la vida comienza a escucharse de manera intermitente. A P.B.L. también le están llamando, y tampoco es Richard Patterson. Es George Bush hijo.

Y todo aplaudimos, porque resulta que George Bush hijo es el mejor presidente de la historia de los presidentes de los electores de los Estados Unidos... bla bla bla bla bla...zzzzz zzzzz zzzz zzzz... Suenan las carpetas cerrándose, los bolis golpeando el fondo de sus estuches, las mochilas levantándose del suelo, las puertas abriéndose. Ya es la hora. Menos mal que lo de Bush era un sueño, ¿no? La Opinión Pública es mudable. Y punto.

1 comentario:

Cristina Tris dijo...

tu nueva cabeceraaaaaa
oooo