lunes, 24 de noviembre de 2008

La sonrisa del horno turco

A las once y media de la noche de un domingo, lo mejor para el ser humano de a pie es estar en casa, tumbado en el sofá, con la tele resumiéndote la jornada de liga, y la cama preparándose para recibirte por todo lo alto.

Otros, en esas horas crepusculares del fin de semana, acaban el día trabajando, en la cargante silla de una oficina, tras la barra de un bar medio vacío, o al fuego de la carne que se asa en los establecimientos de Kebab.

Ahmed es uno de estos últimos, de los que pasa calor desde la una del mediodía hasta que una jornada le pasa el testigo a la siguiente sin que la oscuridad de la noche haya dicho "hasta otra". A las tres, está hasta las narices de servir pizzas turcas y falafel, aunque lo hace a una velocidad tan estratosférica que ni él mismo se entera.

A las ocho comienza la segunda tanda, la de las cenas, que tiene el punto álgido cerca de las nueve y media. A esa hora, a mí aún me quedan dos o tres crónicas que encajar en la página del diario. Cuando acabo, voy al Kebab de Fuente del Hierro y me pido un lahmacum con ensalada.

Y allí están Ahmed y sus compañeros, dispuestos a servirte uno aunque lleven todo el día hasta las cejas de curro. No hay nada como ver un par de sonrisas en medio del agobio, en mitad de la cocina, del asfixiante horno turco. Y lo bueno que está el kebab... casi nada.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay nada mejor que el bocadillo de tortilla de patata, jugosito, calentito, sabrosito. Y si se está viciosillo, que también suele pasar, pechuga-bacon-queso.

Mikel Arilla dijo...

No hay nada como el bocata turco (practica 2, Edición de Diarios y Revistas). La clave está en el tzatziki, la salsa de color blanco que se le añade a la carne. Somos otros ciudadnos.

Luisgui dijo...

El médico me prohíbe chinos, moros y tal... VIVA LAS SIDRERÍAS

Unknown dijo...

Aupa tú, Luis!!!